«Mirad a África un rey negro será coronado, el día de la liberación está cerca»Salmos 87:4-6 es también interpretado como la predicción de la coronación de Haile Selassie:
«Mencionaré a Rahab y Babilonia a aquellos que me conocen: observad Filistea y Tiro, con Etiopía; este hombre nació allí. Y de Zion será dicho, Este y ese hombre nació en ella, y su más alto yo la establecerá. El señor recapitulará, cuando haga cuentas con la gente, que este hombre nació allí»El emperador Haile Selassie fue coronado como «Rey de Reyes, Señor de Señores, y León conquistador de la tribu de Judá» y es, según la tradición etíope, el número 225 de una línea ininterrumpida de reyes del linaje de Salomón, Hijo del Rey David. Hay que destacar la ceremonia lujosa en la capital de Etiopía, Addis Abeba, donde recibió el nombre de Haile Selassie (poder de la santísima trinidad), y dejando atrás su título de Ras Tafari, frente a representantes de los principales países del mundo.
Garvey creía en el panafricanismo, la propuesta de que toda la población negra del mundo debería unirse en hermandad y retomar el continente africano de los poderes blancos coloniales. Él promovió esta causa durante las décadas de los veinte y treinta, y fue particularmente exitoso e influyente entre los negros de clase baja en Jamaica, principalmente en las comunidades rurales y urbanas. Haile Selassie llegó al trono de Etiopía en 1930, y casi inmediatamente ganó seguidores entre los que llegaron a ser conocidos como los Rastas. El movimiento Rastafari comenzó como un entramado de religiones similares, que se mantenían unidas principalmente por la idea del Sion etíope. Puesto que Etiopía fue el único país africano que escapó del colonialismo europeo, y Haile Selassie fue el único líder negro aceptado entre los reyes y reinas europeos, los primeros rastas le guardaban un gran respeto por su represión y nivel de justicia que guardaban desde la esclavitud.
El mismo Haile Selassie era cabeza de la iglesia ortodoxa etíope africana. Él no mencionó nada sobre el estatus de divinidad que le habían dado los rastafaris. Nunca se jactó de serlo. Después, conoció a varios ancianos rastafaris en Addis Abeba y permitió a los rastafaris y a otras personas de descendencia africana asentarse en sus tierras personales en Shashamane.
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